Cieza
Aquel fue el primer lugar donde decidieron quedar
no
sabían si después de chatear, sus almas, sus ojos
sus
cuerpos, se reconocerían al mirar.
y
ellos no sabían que las almas así querían.
Estas
seguían juguetonas y removieron ambos cuerpos
para
que, sin darse cuenta, adelantaran el encuentro
media
hora nada menos, los dos a la vez y sin saberlo.
Avisar
querían de que allí esperarían, otra coincidencia
de la
vida los asombraba ese día.
pero
él no sabía si aquella dama que se acercaba
con
sus andares particulares eran los mismos que él conocía.
quizás
las mentes no supieran qué hacer
pero
un beso en la mejilla se dejó caer.
él la
cogió del brazo, le pidió permiso nada más dar un paso
ella
asintió y su cuerpo se calentó.
Caminaron
uno poco más hasta encontrar un lugar
donde
poder dialogar.
sus
ojos se miraron y el extendió la mano
ella
le respondió y con vergüenza se la dio.
Charla
hubo una rato, miradas, risas y cogidas de la mano.
que,
con ellos, en los encuentros, el reloj se dispararía.
Los
minutos no existían, las horas no eran horas
caminando
a toda prisa agarrados ya iban.
el
Segura los acompañaba en su andanza matutina
frío
hacía, pero los corazones ardían
y
allí, de repente, él se paró y le dijo:
“Momento
beso”, y los labios se juntaron
ese
fue el primer contacto y sus cuerpos se gustaron.
La
magia empezó a crecer y otros besos a nacer
tiernos
eran, apenas se rozaban
con
cada uno de ellos el segundo se alargaba.
el
contacto suave, entrelazados los dedos y sentimientos naciendo.
¿para
ella?, sólo podía responder:
¿Te
puedo dar un beso?
pero
no era por los regalos
era
todo él que la había prendado.
De
sus besos se colgó, porque más de uno le pidió
¿Cómo
en la primera cita se los iba a dar
sin
saber cómo él iba a reaccionar?
ni
palabra articulaba, pero encantada estaba.
Entre
vinos y tapas ahí andaba el juego
besos
pedidos y correspondidos.
Las
almas estaban quietas
querían
ver la escena
no
sabían si ésta historia seguiría.
agarrados
iban por la calle
hasta
que llegaron a un parque.
cortados
iban a veces pues no era la ocasión.
ella
ya todo sentía lo que viviría.
Ella
miraba al frente, al lado estaba él
apenas
podía hablar porque no quería dejar de soñar
y es
que su corazón le decía que lo quería y era amor de verdad.
porque
en tan sólo días una nueva vida juntos queríamos emprender.
él,
más comedido, se puso en pie.
“Hay
que volver”, dijo.
Volver
a la vida que dejamos y programar otro encuentro
si
así lo necesitamos.
antes
de que se separaran.
Cargada
iba ella en una nube, quedó hechizada
a
pesar de que ella era la que embrujaba.
Lágrimas
salieron por la carretera
un
cúmulo de todo en su cabeza
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