Amor propio

 

Ayer escuché muchas veces la palabra amor propio, en el trabajo, a las amigas y compañeras, en algún libro o por redes sociales, en clase de yoga. Aquí fue donde me desbordé, me encontré muy dentro y noté el dolor que sentía, me salieron las lágrimas, solas, en silencio, en la oscuridad de la sala y con una música que las ayudaba.

Llevo días donde los sentimientos los llevo más superficiales, donde no puedo controlarlos, están un poco sueltos, pero no locos.

El Amor propio, supongo que como su nombre dice es el propio sentimiento que nos profesamos a nosotros mismos, lo que hacemos por nosotros cuando estamos a gusto o a disgusto por nuestras acciones o por lo que sentimos de nosotros.

Puedo creer o por lo menos me imagino que hay personas que se quieren, supongo que harán cosas que las beneficien y no perjudiquen, creo suponer también que si hacen estas cosas no dañan al que tienen al lado.

¿Cómo se genera el amor propio desde la niñez o con la edad adulta? ¿Cuándo ya has hecho un recorrido de años, de sufrimientos y ves que, si no te quieres un poco tú, nada tiene sentido?

Quizás si te han ayudado desde pequeño a fortalecer tus acciones y animarte cuando caías, ese amor propio es más fácil de gestionar. Cuando has tenido falta y no te han sabido valorar ni ayudar emocionalmente ese amor hacia ti está desvalido.

Ahora, con el paso de los años te planteas que cómo se quiere uno, qué herramientas son las apropiadas y las necesarias, aunque sean las justas para que cuando los acontecimientos de la vida te hagan tambalearte tengas los recursos para decirte a ti mismo las palabras de aliento y tengas la valentía de hacerle frente.

Es cierto que las primeras horas de una noticia triste son duras y hay que digerirlas, sobre todo si hay una pérdida por amor, porque nos hacemos tantas preguntas sobre las causas, que las personas sensibles y empáticas tienen más trabajoso la salida, de ahí que haya que trabajar más el amor propio, ayudar desde la niñez que tenemos unos valores muy valiosos, darles aliento a los hijos para que vean que se puede superar todo, pero también que la vida no es un camino fácil. Que muchas veces los aprendizajes más exitosos vienen de muchas caídas, tropiezos y errores que comentemos.

Pero, aun así, hay que animar, apoyar, estar al lado de los más desvalidos, preocupándonos por ellos y dándoles mucho, mucho amor a los hijos para que se hagan fuertes, crean en ellos mismos, en sus capacidades y que son muy válidos para lo que se propongan.

 

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