El reencuentro con mi Rey mago
No es
parecido a la noche de reyes porque no es día de reyes, no son los tres reyes
magos sino uno, el que para mí está siendo el único rey que he visto en carne y
hueso y me está colmando de regalos.
Ganas tengo de que llegue, todavía no ha salido de Oriente, aunque en este caso está más a Occidente, durmiendo estará, remoloneando, pero seguro que pronto despertará.
Ganas
tengo de verlo porque hace tiempo ya, trece días que para mí ha sido una
eternidad.
Mirar
su cara he tenido que hacer varias veces, y en cada una de ellas mi cabeza y mi
corazón se estremecen.
Consciente
soy, y él lo sabe, que estoy más enamorada que antes, su cara y su cuerpo y su
cabeza me encantan igual que cuando me habla.
Detalles
conmigo tiene, acostumbrarme a ello me cuesta, confía en mí, me dice, y va
ganando la batalla.
¿Cómo
no se va a confiar en un rey así?
Este
rey me encanta, no tengo ni quiero regalos materiales, aunque alguno ha caído,
pero han sido más sentimentales, aquellos que yo quiero son los que me está
dando, colmarme de amor es el mayor de los regalos. No hay mejor rey que el que
te cobija, te ayuda, te alienta, te escucha, te da su amor, te protege, te
llena, te da vida.
Apenas
hace dos meses que estoy con él, de sentimientos, de los míos pocos saben de
él, porque por mucho que diga lo que significa, o lo que diga respecto a él, no
puedo poner en palabras lo que es este rey para mí.
Yo no
quiero más regalos en esta vida, solo salud para mis hijas y familiares.
Y
cuando sea más mayor, si es que llego, o cuando la vida se me acabe, lo único
que le voy a pedir a los reyes magos es volver a vivir otra vida con él.
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