El reencuentro con mi Rey mago

No es parecido a la noche de reyes porque no es día de reyes, no son los tres reyes magos sino uno, el que para mí está siendo el único rey que he visto en carne y hueso y me está colmando de regalos.

 Llevo una noche de reyes ansiosa, como cuando te dicen de pequeña que tienes que irte pronto a la cama porque así vienen antes y te dejan regalos. En mi caso, me fui como siempre y me levanté de muy de madrugada, pero la sensación que he tenido es como si tuviera ocho años.

Ganas tengo de que llegue, todavía no ha salido de Oriente, aunque en este caso está más a Occidente, durmiendo estará, remoloneando, pero seguro que pronto despertará.

Ganas tengo de verlo porque hace tiempo ya, trece días que para mí ha sido una eternidad.

Mirar su cara he tenido que hacer varias veces, y en cada una de ellas mi cabeza y mi corazón se estremecen.

Consciente soy, y él lo sabe, que estoy más enamorada que antes, su cara y su cuerpo y su cabeza me encantan igual que cuando me habla.

Detalles conmigo tiene, acostumbrarme a ello me cuesta, confía en mí, me dice, y va ganando la batalla.

¿Cómo no se va a confiar en un rey así?

Este rey me encanta, no tengo ni quiero regalos materiales, aunque alguno ha caído, pero han sido más sentimentales, aquellos que yo quiero son los que me está dando, colmarme de amor es el mayor de los regalos. No hay mejor rey que el que te cobija, te ayuda, te alienta, te escucha, te da su amor, te protege, te llena, te da vida.

Apenas hace dos meses que estoy con él, de sentimientos, de los míos pocos saben de él, porque por mucho que diga lo que significa, o lo que diga respecto a él, no puedo poner en palabras lo que es este rey para mí.

Yo no quiero más regalos en esta vida, solo salud para mis hijas y familiares.

Y cuando sea más mayor, si es que llego, o cuando la vida se me acabe, lo único que le voy a pedir a los reyes magos es volver a vivir otra vida con él.

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