Miedo

 

¿Qué es el miedo?

Esa sensación que nos estremece, que nos hace estar en peligro, donde nos vemos vulnerables a los demás e incluso a nosotros mismos.

¿Es un sentimiento?

A veces, es producto de nuestra naturaleza, otras infundado por lo que sucede a nuestro alrededor y otras nos atañe en primera persona porque vemos que nuestro pequeño mundo se tambalea, con posibilidad de que se desmorone y entonces a parte del miedo surgen más sentimientos, dolor, engaño, decepción, desnudez de nuestro interior, falta de confianza, duda...

Todo pensamiento negativo que confluye con el miedo nos bloquea, el miedo nos paraliza. En el mismo momento en el que nos sentimos en peligro nuestro instinto es protegernos, refugiarnos. Los animales lo hacen para no ser comidos por animales más grandes y nosotros lo hacemos para que las acciones de los otros que van dirigidas directa o indirectamente no nos coman emocional y sentimentalmente.

Ligado a nosotros está, unos lo llevan mejor, no pasan por encima de él ni lo pisan directamente, sino que lo rodean, es una pieza en el camino que saben que puede retrasar su andadura; pero otros son menos expertos, o quizás no tengan las herramientas necesarias para hacerlo, fruto de su vida anterior que le ha llevado a ser y actuar así, o bien porque les guste disfrutar de ese goce insano y así poder estar enganchados una y otra vez a algo patológico y entonces pisan esa pieza.

Lo que sí es verdad, es que el miedo en mi caso hace que me aísle. En el mismo momento que voy sintiendo esa sensación, una especie de calor sube por mis pies y me va calentando el cuerpo, se instala en mi pecho y noto una pequeña opresión, leve, está en el corazón, y en mi mente también.

Noto que estoy desnuda, mi voz se calla y si el miedo es por algo que me están contando entonces se me apaga la voz, no me salen las palabras. Prefiero el silencio, cobijarme en mi mundo, acurrucarme en la cama y pensar en ese miedo, en la duda que me produce, en el dolor que siento que no es físico, sino dolor de alma, siento que una pequeña decepción se instala y me asalta.

Siento que el engaño puede llamar a mi puerta y el peligro siempre va a estar ahí. No por él, aunque tampoco pongo la mano en el fuego a éstas alturas de mi vida por nadie, sino por lo anterior a él.

Esa cercanía de la que disponen y yo no tengo, eso que puede pasar porque no me entero si no me lo dicen, porque no lo veo, hechos que han pasado y me he enterado después de semanas, eso me crea miedo, duda.

El ser humano es vulnerable. ¿Quién dice que no vuelve a caer en la misma piedra y yo no lo veo y no me lo dice? Porque puede llamar a su puerta otra vez, y ver que ese alguien al que no quería ver se presenta con las mejores vestiduras en su interior, y aparece como amiga como le ha ofrecido él y se dejan llevar, porque, aunque no haya amor ahora, no significa que no quede el cariño y la amistad que él le quiere dar.

Y él es sensible al ser humano cuando tiene un problema y esa persona no es una desconocida.

Y tengo que protegerme porque duele, duele que me engañen y no sepa, duele que pase algo y no lo sepa.

Duele que haya pasado algo y te enteres después de muchos días, duele porque se instala la desconfianza y el miedo a que te hagan daño, no físico, no de maltrato, sino de engaño, de que la sensación que has tenido siempre se vuelva real, porque ya dijiste que sabías como actuaban algunas mujeres cuando son abandonadas.

El peligro está ahí, yo creía que no vivía en la misma ciudad, pero ahora sé que no puedo llamar a la puerta sin avisar.

Somos vulnerables, frágiles, es verdad que quizás yo más que otros. Y me digo, tengo que vivir mi vida, hacer cosas solas porque no se sabe nada. Pero no quiero sufrir otra vez, yo lo sabía.

Tengo la sensación de que cuando el día empieza de cierta manera, cuando los sentimientos se remueven y acaba el día así, es por algo.

Cuando algo presiento pocas veces me equivoco. Todo esto pasa por algo.

Por eso soy independiente, no me puedo desnudar como lo he hecho, lo he hecho por amor, por ingenuidad, por bondad, sin ningún motivo secundario, es porque me salía y yo sabía que me quedaba desprotegida. Me he vuelto a hacer pequeña, sólo me quiero aislar hasta que se me pase el miedo, meterme en la cama y cerrar los ojos para no sentir, para que al dormir el dolor consciente me abandone por un momento y para ver si al despertar éste se ha hecho más liviano.

Si las lágrimas resbalan por mi cara es por culpa de la sensación que tengo.

La vida me hizo ser independiente, desconfiar de los sentimientos que los otros me daban porque siempre acababan haciéndome daño, me he alimentado de relaciones en las cuales cuando he visto peligro me he apartado.

He vivido mi vida con el dolor y a la vez me he hecho una cubierta para meterme en ella cuando veía que algo malo venía. He buscado mis métodos para darles salida a los miedos, quizás hacerme más superficial y no abrirme tanto a los demás, ir más a mi aire y mantenerme a raya de ciertos sentimientos, no compartir tanto de mi vida.

Pero ahora siento que ya lo he hecho, que me he abierto totalmente, he dejado salir todo de mí, he sido inocente, ingenua, buena. Ya no hay marcha atrás.

Pero a pesar de todo esto, del miedo y la duda que me ha generado saber, lo prefiero, mil veces, a seguir engañada o no saber.

La ignorancia la detesto, el que vaya una vida paralela a la mía y que pasen cosas de las que no me entero, pero pueden perjudicarme no me gusta. Siempre la verdad y sinceridad para que las dudas se despejen y el miedo se vaya. No quiero mentiras, ni palabras que se quedan dentro por miedo al daño que puedan ocasionar.

No sé nada de mi futuro, el día a día me ratifica que tengo que seguir con mi vida y a cuidar mis sentimientos, tener cuidado y hacerme fuerte porque todo puede pasar.

Ayer hablaba del Amor con mayúscula, ese que te colma, pero que también te vacía, el amor que cuando se va te desgarra todas las vestiduras, te hace daño, mucho, porque todos los sentimientos negativos y positivos los sientes, pero no todas las personas los sentimos así.

Está el amor loco de histérica (más común en la mujer), que no entiende la razón y haría cualquier cosa por conquistar al ser que la ha abandonado y el otro que se queda en silencio porque no puede asimilarlo y necesita su espacio y recogimiento, luego hay otro, que le hecha un par de huevos y traspasa todo y sigue.

Miedo me da el primero, es el que se queda enganchado al otro y su esfuerzo se empeña por hacer lo que sea. Me retiro del juego ante éste comportamiento.

Por eso los otros amores, los de madre, los de hija, los de amiga, son intensos y fuertes, con raíces, que cuando alguno se quiebra por la propia vida en sí o por motivos de convivencia, pero no de pareja, se sobrellevan de otra manera, porque el dolor del engaño no ha existido, el dolor de la indiferencia tampoco. Sólo nos queda el amor de un ser amado que nos ha dado todo, sobre todo los padres, luego los hijos porque somos su timón y el de los buenos amigos porque si son buenos no nos engañan y siempre quieren lo mejor para nosotros, nos acompañan en los duelos de todos los amores robados, perdidos, olvidados y muertos.

Y sigo fortaleciendo mis cimientos en que tengo que ser independiente y no esperar nada de nadie, hacer mi propia vida y en mi camino serpentear las piedras que salgan, no pisarlas sino rodearlas y no recrearme.

No vale ya las palabras buenas que te alimentan un día, pero al siguiente ya no quedan.

Otro día más en mí, sintiéndome así, pero contenta porque cada vez tengo más herramientas para salir.

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Ausencia

Te quiero amore

Reflexiones