No un domingo cualquiera


Domingo gris así es como ha amanecido

mi ciudad duerme cuando apenas la luz ilumina las calles

jóvenes que se marchan a dormir la noche

y parejas que no quieren despedirse y apuran lo últimos besos.

Sólo los enamorados entienden de éstos trasiegos de la noche

en el que unos van y otros vienen

unos apenas duermen y otros duermen el sueño del amor correspondido.

En las calles húmedas de la madrugada

cuando la lluvia fina ha mojado las baldosas

apenas unos locos fluyen por ellas.

Sólo el cielo con sus tonos de grises

los pájaros jugando el primer juego de la mañana

las flores queriendo empezar a salir

es entonces cuando yo me encuentro.

La mente la pongo en orden

alineo los pensamientos

y me niego a pensar más de lo que puedo.

Mi mente juega a soñar y vagando va por la calle

entre trote y trote aclaro mi horizonte.

Me vienen recuerdos y palabras

bromeando con la muerte y quitándole importancia

¿tal vez no sabe el vacío sin su palabra, sin su presencia?

Por el camino, entre limoneros vienen más recuerdos

sigue mi trote pero se hace pesado

cargado está de horas sin dormir, apenas algún mal bocado

el alimento viene de otra manera y con eso me sustento.

Llega la hora de la retirada, kilómetros a mi espalda

regreso a mi hogar pero mi hogar está en mi alma,

ésta que no está robada pero que no me acompaña

quedó varada con la suya y apenas tengo ganas.

Al cabo de las horas el domingo sigue gris

¿acaso la mañana no quiere seguir?

Quizás sea la noche la que quiere correr

y dormir ese sueño que no quiere venir.

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