Reflexiones
De sentimientos anda mi vida, a veces a paso rápido y otras más lento, pero no puedo calmarlos como yo quisiera.
De dos capas me envuelvo porque
siempre los tengo a flor de piel. Felicidad y sufrimiento he sentido quizás
este último tantas veces que la última capa es de acero. Ando por la vida con
sus días con mi capa de la vida para que el sol y los otros me caldeen, pero en
cuanto veo peligro la última, la de acero, se va cerrando porque sabe que los
cristales están temblando, tiembla la mente y el cuerpo, cada vez más
fuerte y hay que protegerse. Viene un hombre con su abridor dispuesto con la
sabiduría y su tesón a romperla, pero cuesta, a veces duda y no sabe si merece
la pena, otras puertas se pueden abrir con más facilidad y otras ni con abridor
porque no tienen capas.
Escribir es fácil para mí, ayer te dije algo, me cuesta entender de sentimientos, los que tienen los otros, los que tienes tú porque lo que es fácil para uno para otro no y viceversa. No te puedo mentir, no creo que sea sano para mí, pero hay veces que me siento en peligro, tus sentimientos hacia mí me los creo, pero como te mencioné no se de esos sentimientos que diez días antes son de una forma y cambian porque conoces a otra persona.
He vivido momentos donde me han dicho lo que me quieren, pero a las horas han pasado de mí y en otras ver la alabanza y piropos a otra. Motivos suficientes tengo para dudar. Y también me imaginé que la vida que llevabas con cosas en el coche es otra historia que la vuelves a repetir, pero con escenario y protagonista diferente. Por eso no sé si te cansarás de decirme cosas y verme dudar. Ojalá fuera más fría y no sentir, quizás así dormiría más y el corazón lo tendría más tranquilo. El miedo al dolor, como si estuviera al acecho del peligro y mi cuerpo estuviera notándolo y está a la defensiva. Miedos, celos, envidias, no gustar ser segundo plato.
En la oscuridad que llevo hay una claridad, la que me ha mantenido a
flote cuando me ahogaba porque no podía salir. Muchas hojas quedaron en blanco,
aunque algunas escribí y destruí porque era mejor no volver a sentir, lienzos
en blanco desde que lo conocí, todo quedo en standby, no era el momento, tenía dos tesoros a los que proteger y cuidar y cuando llegó ese momento empecé a
nadar. Al principio las olas me tumbaban las pocas fuerzas que me quedaban y el
cuerpo se resentía, no aguantaba más, pero siempre había alguien cercano que me
mecía. Pasaron muchas marejadas y tormentas, sueños en vela y encogimientos del
corazón pero no hay nada como el tiempo, el paso de los días para que el mar se
calme, entonces en mi oscuridad la claridad se hace más patente, y en la orilla
se ve un faro mandando señales, me desconcierta, miro a todos lados porque
parece que no va dirigido a mí, pero estoy sola en mi mar, y las olas me ayudan
a llegar, las dudas me asaltan a cada brazada con temor a que vuelva el mal
tiempo y me vuelva a arrastrar mar adentro. La luz es potente, un imán me
atrae prometiendo claridad y luz para el resto de mis días, para que no vuelva
a estar en tinieblas. Me agarro al faro, llevo días agarrada a él y no quiero
soltarme. Hay días que el agua del mar me tienta, veo las olas altas con
peligro de que me arrastren, me da miedo que el faro deje de iluminarme y de
que los que se agarraron antes vuelvan a hacerlo, miedo a perderme de nuevo en
las aguas turbulentas y verme de nuevo en mitad del océano.
Mis tinieblas me siguen
acechando, en mis sueños hay olas muy altas.
Quiero seguir aferrada al faro, me da amor y me calienta el cuerpo y el alma. Quizás tenga que pasar tiempo para estar segura que mi trocito de faro tengo, lo mínimo, lo justo para poder agarrarme, aunque tenga que ver que hay más que se agarran a él. Sólo quiero que el tiempo me haga fuerte la soldadura, aunque otros tengan el mejor y seguro agarre.
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