Sentimientos
Hablar de sentimientos sería hablar de ellos para bien o para mal.
Depende de cada situación de la vida así nos sentimos, de lo que hayamos vivido, de lo que hayamos visto y de cómo nos hayan educado. Pero la vida te pone a prueba todos los días y en ellos puedes experimentar un abanico amplio desde la risa al llanto y de la felicidad a la tristeza.
Qué noble sentimiento la humildad, el ser consciente de lo que sentimos, de decir la verdad al de al lado, de alentar al que lo necesita y de no pelear con el agresivo; de empatizar con el de enfrente y de ver que cada uno llevamos lo nuestro y tenemos algo bueno. Es ahí donde la humildad te deja ver todas esas cosas y descubrir lo esencial de cada uno.
La sutileza no se aprende, se nace con ella, hay un momento, un segundo que escapa de los ojos de la mayoría donde se ve la sensibilidad de la vida, el vuelo de un pájaro cuando se posa en una rama, él sólo, o simplemente una mariposa, cesando el vuelo un instante o el gesto de una persona, una mirada hacia otro sitio, el titubeo y la palabra que no se dice y que te hace ver más allá de lo que muestra. Ese momento inconsciente para tantos y a la vista de todos y que sólo unos pocos perciben. Ahí se ve la verdad de la vida.
La fragilidad de la vida, la sutileza del momento y la sensibilidad del ser humano acompañada por una melodía te hace ver que estamos solos, solos nacemos y morir también, ayudados por una mano que nos ayuda a entrar a la vida y otra, tal vez, a dejarla.
¿Qué miedos acechan a las personas que los bloquean y los dejan indefensos? ¿Se irán alguna vez por mucho que te animen y te infundan esperanza? ¿Se cansarán de esperar a que sanes? ¿O acaso uno siempre se queda así? Es un riesgo y por ahí dijeron que el que no arriesga no gana o pierde.
No sabemos nada y creemos saber mucho, algo intuimos, pero la certeza no es segura, sólo sabemos que hemos nacido y moriremos. Que estamos solos pero acompañados, que hoy estamos bien y en un segundo mal, que se quiere saber o mejor ignorar. El daño, el dolor, la incertidumbre, el malestar, la opresión, la alegría, la esperanza...
Todo en un cuerpo, anclado, en la espalda, en la cabeza, en el corazón, ¿acaso hay manera de salir?
Saborear ese instante donde escuchas lo que la mayoría no lo hace, donde ves lo que otros ni perciben, lo que escuchas inaudible para muchos, caminar por un sendero o el sendero de tu vida con piedras por el camino, todo eso te hace ser diferente al resto, invisible a la mayoría, pero tan sensible que el simple roce del dolor en el corazón, la palabra entredicha y el silencio del otro te hace ser un pájaro y emprender el vuelo y volver a posarte en otra rama donde poder cobijarte.
De sentimientos estamos hechos, por todos pasamos y cada uno nos estancamos en unos más que en otros.
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