El calar de los días
¿Por qué no hablar de cosas
bonitas alguna vez o casi todos los días ya que lo que nos rodea puede
entristecernos la vida?
En este calar hondo de la vida,
desde que salimos al mundo y vemos la luz o la sentimos, nos vamos calando de
todo, queriendo y sin sentir, con garras y a lo loco o con lágrimas en los
ojos.
¿Calamos a la vida o es ella
la que nos cala?
Hay momentos en que nos damos
cuenta del significado que tiene estar vivo y nos impregnamos en ese instante
de felicidad, o tristeza, la agarramos porque sabemos que es pasajera, porque
ya se encarga la vida de darnos y quitarnos, juega con nosotros para estar
siempre atentos, que no nos podemos dejar ni relajar. Puede que calemos ahí a
la vida
La vida nos cala con las
palabras de los que nos han engendrado, mucho amor y cariño, familiares
felices. Luego vienen los amigos y empiezan a calar otras nuevas. Empieza la
vida a desgajarse en momentos buenos y malos, peleas infantiles de recreo y
patio, profesores pidiendo y lamentando o celebrando. Los primeros amores que
nos colman de palabras y nos llenan la cabeza y el corazón de eso que llaman
Amor y esperanza.
Todo va calando, las personas
unas más que otras, los acontecimientos del día a día, pero hay algo en la vida
que nos detiene. Sólo hoy hablaré de lo bueno que hay en ella, de la muerte
será otro día, porque esa también cala.
Días han pasado desde que me
calé, me calaste y me dejé llevar por esas palabras tuyas que soltabas sin
cesar. Empezaron a llover pensamientos, ideas, reflexiones, recuerdos de algo
que habíamos compartido, y ese calar ya había crecido. No sé cómo decir lo que
mi corazón empezó a sentir, quizás te convertiste en lo que yo quería sentir. Fuiste el motor de
esos días, lo que me animaba y me servía de guía para llevar los días. Y
seguiste entrando en mi vida y ahí sigo calada o mejor dicho colada por ti.
Merece que te cale la vida si
es así de esta manera, y que me sigas calando y regando con palabras tan
bonitas. Te amo, eres mi caladero y allí quiero llegar para disfrutar del
interior que llevas como lo lleva el mar.
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