El malestar
¿Por
qué siempre tiene que haber algo que nos perturba?
Si nos parásemos a pensar un momento, si pudiésemos parar el reloj y darnos cuenta de cómo respiramos, de lo que estamos sintiendo de verdad y de lo que estamos haciendo, ya sea a los demás, a nosotros mismos, a la sociedad, a nuestro entorno más próximo, entonces nos daríamos cuenta de todo o de casi todo. Pero tenemos miedo. El miedo de enfrentarnos a nuestro interior de verdad y darnos cuenta de que nos estamos engañando, que el malestar que llevamos con nosotros no es sino nuestra propia contradicción.
¿Por
qué culpamos a los demás sin hacernos cargo de nuestras propias acciones?
Es más fácil vivir culpando y responsabilizando al otro que llevar la carga en nuestra espalda.
¿Por qué queremos hacer nuestro lo que no nos pertenece?
¿Por
qué tenemos esa necesidad de la propiedad material y personal?
¿Tan
difícil es llevar una vida solitaria
sin posesiones, sin cargas, sin remordimientos, sin nada que nos ate?
Simplemente
no sabemos o no queremos, necesitamos agarrarnos a algo o a alguien, la mayoría
no sabemos vivir sin necesidad. Tenemos unas necesidades básicas que hay que
cubrirlas y las otras, las que nos produce ataduras, son las que nos lleva a
estar molestos en algún punto por cualquier motivo mínimo que sea.
Esa
cuerda interior que nos une a nuestro goce, al goce insano, no al placentero,
hay que romperlo o por lo menos no darle entrada y dejarlo pasar porque nos
crea malestar.
El
malestar que sentimos cuando no conseguimos lo que queremos, con aquellos que
nos hablan mal, con los que dejaron de hablarnos, con los que se portaron mal,
con todos ellos y aquello.
Darles
la vuelta a los ojos y mirarse y pasarse la mano por la espalda y darse ánimos
y no sentirse mal por sentir, aunque a veces éste sentimiento no sea el más
apropiado.
Darnos
tiempo para vernos y estar con nosotros sin nada ni nadie. ¿Será miedo a ver un
vacío?
Este
siempre está, hay que mirarlo cara a cara y no temer, rellenarlo con nuestro
amor y con lo que nos haga ser felices o estar en paz con nosotros.
No
todos lo podemos hacer, pero cuando lo consigamos dejaremos de estar molestos
con nosotros y con los demás y dejaremos de tener posesiones o necesitarlas o
viviremos si poseer ni a nadie ni a nada.
Vivir
sin ataduras es imposible, pero las ataduras de la mente crean mucho malestar.
El
malestar de hoy en día, el de hoy, el mío, ¿el tuyo?
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