El pasado vuelve
Da
igual que queramos olvidarnos de él, pasar página como nos dicen unos, enterrar
y no pensar dirían otros, pero cada uno sabe las consecuencias de unos hechos y
vivencias que nos han marcado, no sólo a uno mismo, como es mi caso, sino a
personas más susceptibles, aquellas que no tenían que haber sido marcadas
nunca, no a nivel físico, pero si a un nivel emocional que en el futuro cuesta
lidiar con él.
Y los
de alrededor se empeñan en que hay que olvidar, sí, pero antes habrá que sanar.
Unos quieren hacerlo, otros piensan que no lo necesitan y con el tiempo se dan
cuenta de que solos es imposible asimilar tanto miedo, desprecio, insultos, y
otros, que son los más fuertes en apariencia, puede que en un futuro lejano
también tengan que procesar tanto dolor y sufrimiento.
Hacer
la labor de padre y madre es muy duro, aunque te digan que eres fuerte, es
complicado hacer frente a todos los problemas que van surgiendo. Por mucho que
te diga el de al lado que está ahí, estás más solo que la una, y encima, a
veces, te dan ánimos que es lo que menos necesitas. Estás solo para ellos/as,
en su día a día, en sus despertares, enfermedades, risas y alegrías,
preocupaciones y miedos, enfados con ellos mismos, con una misma, con los
amigos, con los estudios, con las recogidas, con la puesta en marcha de la
vida, con sus satisfacciones y logros. Y es duro, porque por mucho que uno haga
lo imposible el día a día va calando. Dura es la vida, duro ver que necesitan
ayuda y tienen miedo, que no puedes hacer nada, de momento, por ayudarlas, que
están sufriendo y no ven que estoy ahí para ellas. Que lo demás no importa. El
resto de personas van y vienen y ellas están ahí.
Los
demás te dan aliento, palabras de ánimo, pero es fácil hablar cuando no se está
en el ajo.
Después
de haber anestesiado el dolor del principio, éste se calma, pero con las
tormentas el dolor se resiente en momentos que no sabes porqué aparece. Te
recuerda que hubo una herida, la cicatriz se remueve y tienes que tomar de
nuevo calmantes. Hay veces que tienes a alguien que te los ofrece, otras que
tienes que ir tú a buscarlos y otras que ni con esas se calma.
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