La vida sin ti
¿Qué sería, amor, la vida
sin ti, la noche sin sentirte y el día sin mirarte?
Así ando por mi vida
feliz de encontrarte y cuando llegue ese día miles de besos he de darte, por
esas palabras, por esas miradas y esas esperanzas que me mandas son las que me
ayudan a poder levantarme.
Doy gracias a todos
los dioses y esos vientos de tramontana que se juntaron aquellos días para
volver a encontrarte.
Sin rumbo andaba yo,
mi ancla no estaba izada hasta que apareciste tú.
Allí me quiero quedar,
en tu puerto quiero estar y así poder saborear lo que lleva tu mar. Ya sé que
portas buenos alimentos, de esos que no se ven, pero sí que voy sintiendo la
esencia de tu ser. Esa que es única, como tu barco único que es.
Cuando eleves tú ancla
yo la elevaré también.
Sí, hay que dar
gracias a los vientos tramontanos que soplaron a nuestro favor y nos han
elevado al cielo sobrevolando un mar inmenso repleto de sentimientos.
Ahora navegamos juntos, en la misma barca, con el ancla levantada, recorriendo
los ríos y los mares, los campos, las sierras y los valles, no hay límites para
nuestro amor que crece y se alimenta cada día y todas las noches, amor.
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