Volver a nacer
¿Cuántas veces hay que caerse
ya sea anímicamente, por enfermedad, por acontecimiento inesperado que te
presenta la vida, para aterrizar en la realidad de ésta y no liarnos en un
futuro incierto?
¿Qué nos tiene que pasar en
nuestro cuerpo, en nuestro pequeño universo para ver la fragilidad de éste que
nos enloquece por banalidades, nos engaña con el surrealismo que flota en el
ambiente de la calle?
No hay más realidad que la que
se vive segundo a segundo, rodeado de enfermos, viendo en ellos el ocaso de sus
vidas y cómo sus cuerpos se van enlenteciendo, deteriorando a pesar de la
juventud que tienen, limitándose cada vez más el movimiento, envejeciendo esos
años de juventud.
Y se nos olvida, una y otra
vez en el mismo día, que estamos ahora mismo aquí, y quizás mañana no. Se nos
olvida disfrutar del momento, de dar ese beso y ese abrazo. Se nos olvida que
somos débiles y nos cargamos de problemas inservibles. Nos cargamos de razón y
de soberbia. Nos cargamos de tantas cosas...
Y si salimos de todo esto,
volvemos al mundo de otra manera, volvemos a nacer.
¿No sería mejor nacer de una
vez por todas con la lección aprendida de una sola vez?
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