La estima

 

Esta forma de contar lo que llevo dentro se ha convertido en una rutina no obligatoria, pero me ayuda a sacar lo que lleva mi cabeza.

¿Esto es pensar, reflexionar, analizar, aclarar mis dudas, buscar una solución para que no piense en exceso, liberar mi mente del sufrimiento?

¿Cómo puede la mente correr por un laberinto y no ser capaz de pillarla, aunque lleve un nuevo pensamiento el que la dirige por esos pasillos entrelazados?

Conoce todos los recovecos, todas las salidas posibles y aquellas donde no las hay y hay que dar la vuelta y empezar de nuevo.

¿Acaso es que no voy a poder controlarla alguna vez siendo consciente de lo que hace y no me beneficia?

A lo mejor tengo que aceptarla, salirme de mi cuerpo y mirarme cara a cara y reírme de ella y hablarle fuerte para que me escuche y gritarle alto y claro porque parece que en silencio y en voz baja no se entera.

Porque yo soy así y siempre lo voy a ser, no pasa nada.

¿Aceptación es la palabra?

Aceptar lo que tengo y lo que no, no se puede tener lo que quisiéramos muchas veces porque sería injusto para el resto del mundo, tener lo que quiero y lo que no, en definitiva, tenerlo todo.

Toda esta reflexión puede que sea por las pocas horas de sueño, pero si siempre he funcionado así no creo que sea la razón, seguro que es porque me gusta saber, más que gustarme es que necesito muchas veces quitar piedras de mi camino, mejor dicho, quiero saber que, aunque las piedras estén ahí, inmóviles, tengo las herramientas suficientes para saltarlas o bordearlas.

¿Por qué me mantengo en el pasado cuando este es imaginario?, quizás mi mente me haya jugado una mala pasada y se lo haya inventado, hablo de los pensamientos negativos ¿por qué aferrarme a ellos si no me dejan avanzar en mi camino?

¿Necesito esa fuerza que me empuja a ellos para anclarme en el presente?

Todo esto viene por la charla de ayer tarde noche, donde tuve que expresarme desde dentro, decir lo que me molesta e incomoda y me hace dudar y no estimarme.

El amor propio que se va formando desde la niñez hasta que dejamos de existir muchas veces empieza un poco tarde, cuando las heridas y cicatrices han formado su camino y, ya en edad adulta, hay que volver sobre él, a un camino pedregoso y desgastado que con el uso del tiempo hace que el transitar sea más costoso. Aun así, hay que seguir caminando, aunque sea doloroso, aunque los demás no lo entiendan porque para ellos puede que el camino haya sido más aplanado.

Avanzar por ese camino con las alforjas cargadas de esos pensamientos, pero llevarlas cerradas y no dejarlas salir y si acaso hicieran un intento apretar las hebillas con más fuerza.

Es como una pelota que la tiras a un muro que está lleno de agujeros y unas veces la cuelas y otras no. Así siento por dentro mi estima. Pelotas tengo para tirarme y que entren en mis agujeros y sentirlas profundamente, pero pocas son las que lo consiguen. Por más que me digan las pelotas que tengo y las posibilidades tan grandes de meterlas, no lo consiguen, me golpean, las noto, pero no calan.

Entonces es cuando siento y veo que las pelotas de los demás entran con facilidad y me digo a mí misma si es que las mías o mi muro tiene algún defecto. Entonces veo que los demás son mejores, me achico y me callo y sólo veo piedras sin herramientas para saltarlas o bordearlas y entonces me derrumbo y veo que mi mente se ríe de mí y empieza a corretear por donde ella quiere sin yo ponerle freno. Porque, aunque yo lo diga hay veces que hasta con el cuerpo físico puede y sólo él quiere tumbarse y dejar de existir y meterse en el sueño inconsciente.

¿Dónde buscar mi estima entonces si no entra la pelota en el agujero?

Tendré que hacer más agujeros, a lo mejor yo necesite más que aquellos a los que veo mejores y ver cómo me calan y sentirlas.

¿Celos, envidia?

Entra dentro de la estima que nos tengamos,

¿Es que los demás son mejores que yo porque hayan conseguido algo durante más tiempo o algo que yo no he tenido?

Entonces viene la aceptación sin dolor. Cada uno tenemos unas cosas, imposible compartir lo mismo dos personas a la vez porque lo vemos con ojos diferentes y lo sentimos de otra manera.

Porque tengo que creerme mis cosas y no mirar alrededor, no mirar las alforjas de nadie y estar con las mías. Todo es cuestión de decirme en voz alta lo que tengo y darme abrazos porque sólo yo me tengo.

Aceptar sin sufrimiento. Porque el dolor muchas veces es imposible de apartar, pero sí podemos llevarlo sin sufrimiento, éste hay que manejarlo y tirar para adelante y darnos ánimo y querernos y luchar para salir de ahí. Entonces eso significará que mi estima está creciendo.

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Ausencia

Te quiero amore

Reflexiones