La primavera que no llega
No es cuestión de hablar de
verano, primavera o invierno sino de
cómo están estos cuerpos que tanto notan la presencia de frio durante días y de
lluvia sin parar.
Ideas melancólicas de unos y
otros, pensamientos negativos que nos rodean y creo que todo esto tiene que ver
con los días que tenemos.
Hechos que se suman a éste mes
pasado y Abril que empieza y parece que seguimos de igual forma.
Situaciones que nos vienen y
que no controlamos, problemas del día a día que se pueden solucionar con una
buena dosis de palabras, charlas con amor y con muy buena escucha, abrazos
sentidos y el amor de una madre que te sostiene cuando no hay nadie más, ideas
absurdas o malos entendidos, mirar el más allá cuando ni existe.
Todo se refleja en el cuerpo
hablante y sintiente, en este cuerpo que ya lleva muchas pequeñas batallas y la
mayoría ganadas, cicatrices y heridas de guerra que son visibles por todos y
ahora mismo también, reflejo de días con preocupaciones y pensamientos.
Todo, el peso de los días, lo
que hay que hacer y decir, deshacer y volver a insistir, los problemas de los
demás, los de ellas y los de una misma
se van sintiendo. Apenas hay ganas de hacer mucho, quizás es este tiempo tan
descontrolado temporalmente y tan oscuro o soleado, o quizás sea una excusa que
quiero poner. La dificultad de compaginarlos y querer que algo llegue a todo o
que todos se sientan acompañados, un trocito de mí para cada uno y así es como
mi cuerpo se refleja con las heridas de guerra.
Sigue sin haber primavera en
mi cuerpo y en mi mente, está cobijado por el invierno y sólo siente el anhelo
de estar arropada y dejarse acurrucada a ver si las ganas de florecer emergen
en este cuerpo dormido. Todo lo que hago es por la fuerza de la
responsabilidad, la que me mantiene en el mundo y me hace dejar de pensar en lo
que me espera después, alimentar a este cuerpo y darle reposo sin tiempo límite
es lo único que quiere. Tampoco quiere que venga la primavera, no tiene ganas,
se dejaría caer en la oscuridad del invierno y taparse y meterse a la cama a
arroparse, sentirse caliente y dejarse llevar por lo que el cuerpo le pida que
no es otra cosa que holgazanear.
¿Es la primavera la que
remueve todo?
¿Por qué siempre queremos hacer culpables a
algo externo o a alguien sin ser nosotros responsables?
La envidia, los celos, el
sentirse ninguneada, aislada de tu círculo, no ver el futuro cercano claro,
tener ideas que no nos favorecen.
Todo esto pasa por mi mente y
entonces soy consciente de que mis hijas sólo me tienen a mí, en mí se apoyan
cuando tiene problemas, en mí confían cuando algo les preocupa, a mí se dirigen
cuando algo quieren o necesitan algo. Soy yo ahora la que las sostiene y eso
tiene un peso que me hace pensar en la dificultad para llevar todo lo demás. La
responsabilidad de una educación integral.
Compaginar mi vida de madre
con el resto de facetas como mujer, esposa o amiga, hija. Todas ellas quieren
florecer con la primavera, tener ese momento y ese trocito de vida donde poder
sentir que hay algo más a parte de las preocupaciones. Saber que la primavera
siempre viene aunque tengamos muchos días de frio, lluvia y viento, días
grises.
Seguro que los hay, la
primavera siempre sale, sólo hay que posicionarse donde más nos favorezca y lo
que nos haga estar tranquilos, en paz y con la conciencia tranquila y darle a
cada uno lo que una pueda. No pensar en el pasado mañana ni en lo que hagan los
demás, sólo tengo que ver que lo que yo piense y cómo lo haga hará que mi vida sea
mejor y que lo que digan y hagan los demás es cosa de ellos. No imaginar un
futuro, mi futuro porque no depende sólo de mí, no tener ideas infantiles, ser
sensata y pisar tierra firme y dejarme los sueños para eso, para soñar cuando
duerma.
Entonces vendrá mi primavera.
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