Los días sin nada
Hay días en los que hay todo y otros donde la nada se adueña de tu vida, de tus sensaciones y sentimientos. Como si se hubieran evaporado y sin darnos cuenta ya no están o no están como antes. Porque lo que tú necesitas ya no sabes dónde está y donde lo que veías claro ahora está turbio.
¿Pero
por qué hay que estar así o tener la sensación de vacío?
¿Serán
las circunstancias que acompañan, cómo nos tomamos las cosas, las palabras que
oímos y las que no se dicen?
¿Qué
es lo que no aprendemos o si lo hacemos se olvida con los años?
Pasan
los días sin nada y no es lo que queremos, son las etapas de nuestra vida, una
vida que a veces nos asusta y otras nos sorprende, nos deja con un gusto amargo
mezclado con lo dulce y ácido y amargo.
Y los
minutos de esos días pasan, y vas viendo que no hay nada o puede que hay un
todo que nos tape la nada, el vacío que sentimos por el anhelo de lo que no
tenemos.
Pero
hay días en los que la nada nos acompaña, camina a nuestro lado, es nuestro
amigo del hoy, con el que cafeteamos, añoramos, lloramos y no reímos.
Yo sé
que hay más días así, sin nada, sin nada que decir porque no salen las palabras,
sin nada que oír porque ya no dicen nada y sin nada que sentir porque el alma
hoy está sin ganas.
¿El
pesimismo acompaña a la nada?
No
hay una nada y un todo, pero la vida hoy se acerca más a la nada. Nada te
colma, nada te hace reír o muy poco, eres autómata de tu propia vida, te
asemejas con los iguales porque son los únicos que entienden que la nada sí que
existe. Te acompañas de los auténticos porque son los que te devuelven algo
para dejar la nada, te alimentan de palabras para devolver al alma el calor de
aquellos días donde un poco es suficiente. Te dicen algo para animar a la nada
a que salga de este cuerpo y que no vuelva mañana.
Hoy
sólo unos pocos se han acercado a mi alma y me están deshaciendo la nada,
porque ellos están sufriendo, son débiles y saben lo que es estar sin nada.
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