Manchego, gallego y calpino
Tres versiones tienes en tu cuerpo que yo hoy quiero contarte, cuerpo, pero más mente.
No puedes renegar de tu Mancha
porque es la Mancha de nacimiento, aquella que sin tú quererlo y después
queriendo y siendo consciente de ello te formaste siendo lo que eres ahora, no
todo, pero si una parte muy importante. Las raíces de tu infancia, niñez y
adolescencia, en la que ese niño acomplejado, larguirucho que jugaba solo
llevaba un mundo por dentro cargado de muchos juegos y palabras.
Durante la vida nos suceden
hechos que dan un giro a tu vida, en la tuya se solapó con un cambio de
residencia durante un tiempo y en ella quizá sacaste lo que llevas dentro y una
parte muy importante de ti adquirió la forma y el fondo de lo que eres.
Experimentar un cambio radical en la vida cambia, sí o sí, en este caso creo
que para bien. Es tu segundo lugar de nacimiento a otro nivel. A nivel
espiritual, mental descubriste a tu otro yo en el que te alimentas.
Después de estas dos etapas te
convertiste en padre, marido y más. Seguiste en tu peregrinaje de crecimiento
pasando por muchos momentos y dudas. Pero saliste airoso de todo con tu trabajo
y porque tienes una mente de maestro. Encontraste en el tercer lugar otro
espacio para desarrollarte y cumplir, puede que ciertos objetivos, y
experimentar muchos sentimientos, distintos a los anteriores, acompañado o solo,
pero seguiste.
Ahora no sé si habrá otro lugar
que te marque como los anteriores, o a lo mejor, lo mejor sería que entre los
tres recorras de nuevo el camino siendo como eres ahora, un amasijo de
conocimiento, experiencia, sabiduría. Todo esto se lleva a ser el que eres
ahora y puede que al volver te reencuentres con el que empezaste a ser y veas
tu trayectoria, aunque sabes mejor que nadie como ha sido y en lo que te has
convertido.
Para mí eres lo más especial. Te
he cogido en la parte de tu vida con tus tres recorridos hechos. Y aunque
cansina soy porque mi mente me lleva a donde no debe, con éstos seis meses de
tu existencia tengo que decirte que mereces mucho, merece la pena estar contigo
y quererte. Es muy fácil, para mí sí, porque me lo pones a huevo.
Estás allí y hoy te siento más
cerca. Me gusta sentirte así, aunque nos separen bastantes km. Es cierto que me
gustaría compartir más, pero tengo mucha conexión contigo, me gusta hablar,
aclarar, vislumbrar, sentir, pensar, beber, comer, oler, oír, amar… TE (a
todo).
Ojalá, le pido a ese Dios con el
que yo hablo que podamos seguir
viéndonos y queriéndonos y si no podemos con más frecuencia por lo menos que
sea como hasta ahora.
Sabes que te quiero, te lo he
dicho, mucho y matarte con mis besos de metralleta hasta que tu cuerpo caiga
rendido a mi lado de tanto amor que emanamos.
Sigue disfrutando marido y todo
lo demás, que te lo has ganado.
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