Seis meses

Puede que me equivoque, pero no. Puede que me equivocara, pero no.

Seis meses, medio año que no es nada, pero sí que lo es.

Desde el principio, desde ese día en que las vidas se unieron sin saberlo, desde que uno se fijó en la otra, desde que los pensamientos de uno empezaron a cambiar y los de otra más tarde, pero no mucho más.

Seis meses de una historia de a dos contada en primera y segunda persona, unas veces una habla por el otro y viceversa, pero la cuestión es escribir y hablar.

Seis meses donde la historia se va tejiendo por escrito y día a día. Bajadas y subidas por miedos y malentendidos, pero con la paciencia infinita del más mayor.

Viajes de un día a lugares reconocidos, pero con nueva compañía para plasmarla de anécdotas, paseos, palabras, besos robados y un sin fin de amoríos.

Seis meses que han surgido para declararme y contar por no sé qué vez lo que tantas veces ya he dicho.

Pero soy consciente, ahora, del viraje de mi vida y de lo que es el amor.

Cuando creces pensando que el amor se compra, pero sin ser consciente y que eso significa amor, y la historia se repite porque no sabes hacerlo de otra forma, y entonces, de repente, piensas si se volverá a repetir una y otra vez, si es que hay más oportunidades.

Y aparece alguien, ese otro que te pone mirando al norte, esa persona que se abre y te demuestra que hay otra forma y tú sin saberlo, pero tu corazón y tu mente sabe porque, a pesar del aprendizaje, hay un rescoldo por donde sale la última neurona olvidada que te dice que hay otra manera y te agarras a ella a pesar del miedo.

Y pasan los días cargados con mi miedo por lo vivido mío y tuyo, pero tú, firme y agarrado al mástil para salvar el barco.

Cuando alguien se mete en tu cuerpo, cuando quieres estar con esa persona, cuando la distancia se acorta, cuando las palabras y los besos se sienten muy dentro, cuando está al lado y te ayuda a llevar los ladrillos del día a día, cuando sus palabras te calman y te hace ver la vida fácil, cuando sientes la vida y te da miedo por si le pasa algo, pero él bromea con la muerte como si nada, pero sería todo.

¡Pero como él dice que no hay que pensar y que todo se sobrelleva!

Cuando te adelantas un poquito a eso y ves un vacío y prefieres ni pensarlo. Porque entonces piensas en cómo vive y piensa y se toma las cosas.

Y prefieres no pensar y dar las gracias a la vida por haberse cruzado en mi camino, por su sabiduría y su aprendizaje, por todo lo que me enseña y lo que me quiere, por esas palabras de nunca enfado, porque me dice que le dé caña y que le dé un tortazo, porque puedo hablar de todo y de otras cosas donde me daría vergüenza y no lo hago.

Eres un regalo, un aprendizaje en mi vida, tenías que ser tú y no otro.

Ojalá la vida nos regale muchos meses y años y poder disfrutarte y disfrutar de la vida a tu lado, de seguir aprendiendo de tu mano y de que me partas la comida del plato.

Me encanta estar a tu lado, sentirte, arroparme contigo, enredarnos con las piernas, darme besos de metralleta con tus labios y cogerte de la mano. Tomarme las cervezas bien frías y los cafés bien calenticos, degustar algún día los caracoles en tu pueblo y de esas verbenas de pueblo donde parar sea lo último y bailar cadera con cadera hasta caer agotados.

Y un sin parar de cosas podría hacer contigo hasta que me dijeras: ¡anda mujer, vete un rato a tu casa que el periódico lo tengo sin leer!

 

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