Nada es igual
Nada es igual ni somos iguales
conforme los días pasan.
Pensamos que las cosas serán de
una forma y que nosotros estaremos de otra, pero algo se transforma. Es que
vamos evolucionando, creciendo en todos los aspectos.
Y quizás en los viajes es cuando
más lo hacemos. Nos acordamos de situaciones, de personas, las que se han ido
por cuestiones de la vida y otras porque lo elegimos así en su día o también
porque otras nos echaron. La cuestión es que nos acordamos. Puede que hagamos
un esfuerzo en recordar a las últimas para que no se borren ya que las nuevas
experiencias nos van poniendo velos uno encima de otro y queremos disfrutar y
cargarnos de todo que la memoria que era reciente hace algunos días se va
haciendo intermedia y ya no nos acordamos tanto. Nos hacemos mayores y sólo
queda la inmediata, a penas breve y la tardía con muchos detalles.
Y si, mirando cada uno en su
escaparate hacemos balance y sacamos conclusiones, pensamos en nuestra vida
presente y puede que seamos aventureros y queramos un futuro de alguna forma
imaginada o soñada pero que no sabemos si algo rozará la realidad.
Y así, yo con el mar de fondo que
sube y baja igual que mis emociones, prefiero no decir nada. Hoy estoy aquí y
mañana puede que pase a la memoria de alguien, ese alguien que me dice que no
quiere que salga de su vida, cuando la vida es todo, los que no están y los que
sí. ¿Acaso se hace algún esfuerzo por sacar a alguien de nuestra vida? Todos
quedamos de alguna forma. Yo no he querido sacar a nadie, no se me ha pasado
por la mente esa frase y menos a alguien en concreto. Lo que ocurre es que no
la hacemos partícipe de nuestras ideas, pensamientos, anécdotas o vivencias.
En el fondo si no compartimos
todo eso con el otro estamos solos. Y se va quedando en el fondo de la memoria
y en algunas ocasiones cuando vivimos experiencias parecidas a otras antiguas
algo salta y nos evoca el pasado que creíamos había salido de nuestra vida.
Comentarios
Publicar un comentario