El matrimonio

 

¿Alguien se atreve hoy en día a practicarlo? Tormentas se avecinan y días templados, mucho sol y cielos cargados. Imaginarlo quiero a orilla del mar, donde serpentea junto a las olas y los destellos del sol ciega me dejan. Ese vaivén de las olas emborracha mis sentidos, me deja el cuerpo atontado y la mente aturdida. Días tienen que pasar para que el mar del amor vuelva a su calma y serena contemple el horizonte. Ese horizonte de matrimonio donde se depositan los sentimientos, esperanzas, anhelos y promesas. Pasar la vida quiero junto a ese mar embriagador, donde el manchego me declara su amor. Ahí van esos dos locos cantando la canción. En secreto guardan la noticia pues es de bien sabido que él necesita un empujón. Ella siente y dice que no porque a estas horas de la vida y con lo que tienen alrededor más de una mano verían vitoreando tal exageración.

Más ellos así lo sienten, él más por sus galones, ella, aun siendo cabo, aprendida tiene la lección, aunque de tan deprisa que lo hizo algún despiste siente.

Ahí queda dicho, el amor que te profeso es mi declaración. Borracha me tienes cuando te veo y sedienta me dejas cuando te digo adiós. Unos días necesito para calmar esta pasión. Tranquila me dices que tengo que estar, pero es que estoy tan llena que todo me sale a rebosar.

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