De Carmen y hueso
Bueno, ¿por dónde empiezo?, ya
empecé y creo que voy a continuar. No sé cómo agradecerte, a ti y a la vida, lo
que tengo.
Cierto, te has ido y he llorado
en la calle, entro al 24 h y lloro porque los camareros me conocen de ir
contigo, por los momentos y los recuerdos. Llego a mi casa y veo lo del sobre y
vuelvo a llorar. Llamo a mi madre y al decirme lo feliz que fue anoche de verme
contigo otra vez me salen las lágrimas. Me dice que se te ve muy buena persona,
y sigo porque no puedo hablar. Me comenta que tengo que disfrutar de lo que
tengo y que ella sabe que te echo de menos y que viviría contigo y sí, no tengo
palabras, sólo me salen lágrimas de sentimiento. Porque nadie ha hecho lo que
tú conmigo, ni me ha dicho las cosas que tú dices, ni haces con mis hijas lo
que haces.
¿Acaso hay alguna palabra de
englobe todo? La tuya. El amor que remueve y vence lo que se ponga por delante.
Derrumba castillos, para ríos y calma las aguas bravas. Ha puesto mi vida,
me ha descolocado a mí, y me ha girado como la brújula buscando el norte. Tú
has sido mi norte durante este año, de vez en cuando, como los adolescentes que
nos salimos del rumbo, como un imán me has vuelto a centrar.
Da igual las veces que te lo
diga, los hechos son los que cuentan también. Has puesto el listón tan alto que
ojalá pueda llegar a él.
No quiero regalos, ninguno
material, solo tenerte a mi lado que es el mayor de los regalos.
Ya sabes cuánto te amo.
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