Buenos días

 

Buenos días esposo, posar mi cuerpo en tu morada azarosa esta mañana, oliendo tu cuerpo y pegado el mío al tuyo es lo que espero, mientras tanto aquí me encuentro, en esta posada mía, parece que fría está la mañana y donde algún silbido del viento oigo a través de mis ventanas. Así me recuerda que los mayores fríos de invierno vienen a nuestro encuentro.

Más frio hace en tu tierra, allí y aquí me llenas los poros de sabor manchego, haciéndome que quiera conocer esas tierras donde has pisado antes y conocer los lugares donde tú depositaste tus andares y saber de tus manos y de tu boca, de donde salen palabras que encumbran tu obra, que no es otra sino la de dar amor a todas horas.

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